El boj es una planta bien conocida por las culturas mediterráneas. Arbusto perenne autóctono europeo de gran longevidad, está presente desde las Islas Británicas al Mar Caspio, con preferencia por lugares en semisombra y con cierta humedad ambiente. Su nombre específico sempervirens -siempre verde- hace alusión a la persistencia de su follaje. Por eso, y por ser una planta de vida longeva, para griegos y romanos el boj aludía a la aspiración a la vida eterna.

En estos jardines podemos encontrarnos tanto con Boj común (Buxus sempervirens) como Boj balear (Buxus balearica), una especie muy similar, aunque menos aromática y de hojas más alargadas, autóctona de las Baleares, Cataluña, sur de España y norte de África.

En jardinería el boj es sobre todo usado como seto, y así aparece abundantemente en los jardines del Ayuntamiento de Sanlúcar, delimitando diversos parterres que acogen las todavía más diversas especies vegetales del palacio. No obstante, el boj se pone muy de moda usado en este sentido en la Europa del siglo XVI de Magallanes, al hilo de un movimiento cultural de recuperación consciente de la cultura grecolatina que ya conoció el boj, el Renacimiento. Planta por tanto de resonancias clásicas, europea y mediterránea, debió de ser familiar tanto para el jardinero André Lecolant como para su comitente, el duque de Montpensier, para ser utilizada de manera prolífica en estos jardines del Palacio de Orléans y Borbón de Sanlúcar de Barrameda.