El Apollonias barbujana, habitualmente conocido también como Laurus canariensis, es una laurácea endémica macaronésica, presente en casi todas las islas del archipiélago canario (excepto Lanzarote y La Graciosa) y en Madeira y Porto Santo (con la subespecie A. barbujana subsp. barbujana). En el noroeste de La Gomera aparece una subespecie, A. barbujana subsp. ceballosii, de hojas más anchas, carnosas y pálidas que no fue descrita hasta 1960 por Eric R. Sventenius, fundador y primer director del Jardín Canario de Las Palmas de Gran Canaria (Jardín Botánico ‛Viera y Clavijo’).

El género toma su nombre de Apolo, dios griego de la belleza, mientras el epíteto es una latinización del nombre popular que recibe en las islas, de discutido origen (algunos autores lo consideran prehispánico, mientras otros refieren a un origen luso).

Es un árbol robusto, siempreverde, que puede superar los 15 m de altura (excepcionalmente hasta 25 metros). Una de sus características singulares es la presencia frecuente de agallas rojas en sus hojas, abultamientos producidos por picaduras de ácaros de la familia Eriophyidae, y otra es el "clarete", color rojizo translúcido que presentan sus brotes. Su madera rojiza, el denominado "ébano canario" es muy apreciada. Sus flores son olorosas, pero poco aparentes (de color verdoso-blanquecino), que posteriormente dan lugar a unos frutos en forma de aceituna, benegro-azulados al madurar.

Aunque se considera integrante de la laurisilva, gusta de la insolación, por lo que puede encontrarse también en cotas más bajas, en zonas abrigadas y con cierta humedad, en el dominio de los bosques termófilos. En estas zonas su presencia se ha visto muy mermada por la tala, ya que su madera se utilizó con profusión en la construcción de barcos, artesonados, muebles, ejes de los ingenios azucareros, etc.

Su fruto es comestible, aunque es poco conocido, y seguramente formó parte de la dieta de los aborígenes canarios.