Zingiber spp.
ZingiberaceaeEl jengibre era una de esas especias conocidas desde antiguo y venidas de Oriente que, como la canela o el alcanfor, en Europa se pesaban en balanzas de orfebre o de boticario tomando la precaución de cerrar puertas y ventanas, no fuera que una corriente de aire aventara ni siquiera una gramo de ese precioso producto.
Planta originaria de las zonas tropicales del Sudeste asiático, los expedicionarios la encontrarán en más de una ocasión durante su viaje. Así, Maximiliano Transilvano da cuenta de su presencia en Cebú, Mactán y en general todas las islas del archipiélago filipino. Este cronista, secretario imperial de Carlos V y conocedor pues del lujo, lo cita para hablar de la riqueza de los pueblos de esta zona del mundo, que se conocieron ser muy ricos de oro y jengibre. Transilvano describe además a la planta como una hierba que es como yerba de azafranes, y las raíces de aquella yerba que están debajo de la tierra es el jengibre. De hecho, el jengibre tiene la apariencia de una flor, similar al lirio, aunque la parte más interesante es su raíz, un rizoma ramificado y tuberoso muy aromático. Es su peculiar aroma -y sabor- el que le ha dado su fama, además de las muchas propiedades terapéuticas y farmacéuticas que se le atribuyen y de las que el mismo Transilvano habla cuando afirma que las poblaciones locales siémbranlo y curan de ello. También Antonio Pigafetta se detiene a observar cómo la parte productiva de la planta es su raíz, que es el jengibre usual en el comercio. De todos modos, el cronista italiano relata que lo comían incluso verde, como si fuera pan.
En otra isla de las Filipinas, Butuan, cuenta Pigafetta cómo el 28 de marzo de 1521 los nativos les hicieron una amable acogida, obsequiando al capitán con un lingote de oro y una cesta de jengibre que Magallanes agradeció, pero que no quiso aceptar. Sería uno de los últimos momentos de alegría del explorador portugués antes de sucumbir en la vecina isla de Mactán apenas un mes después, el 27 de abril de 1521. La vuelta al mundo ya sería capitaneada por Juan Sebastián Elcano, cuando llegue a las costas de Sanlúcar el 6 de septiembre de 1522 y, dos días después, a Sevilla. El viaje llega entonces a su fin: el círculo se cerró y, con él, el mundo.